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Leé "Día del padre", un cuento de Sergio Fitte



"Al único que trataría de evitar es a Jorge que desde que se separó se hace el re padre. No por él, sino por el pendejo que tiene de hijo. Típico mal criado. Pero mal, mal. Rompe todo con la pelota. Porque es fanático del fútbol y como Jorge ahora es el re padre le compra botines, pelotas, camisetas, más pelotas"




El autor: Escritor radicado actualmente en la ciudad de Azul. Nació en 1975, dirigió talleres literarios en La Plata y en las Unidades Penitenciarias de Gorina y Magdalena mientras vivió en la capital de la provincia de Buenos Aires. Es autor de los siguientes libros publicados: “Señor Canario” (2000); “A no chillar” (2003); “Dios con lapicera” (2005); "Proyecto de difusión" (2006); “Prostíbulo” (2009); "Institucionalizaciones" (2012); "Desahogo" (2016) y "Las cosas que le pasan a los Otros" (2017), textos en los que el escritor muestra un humor ácido que transita los carriles de lo fantástico ya sea en cuentos o novela corta.




El cuento:

Tanto me rompió las pelotas la gorda de mi mujer que al final terminé alquilando la quinta por un fin de semana. Quince lucas para atrás que yo tenía destinadas a gastarme en putas, para festejar verdaderamente el día del padre. Mí día del padre. Pero en fin, a veces hay que saber agachar la cabeza y aceptar las presiones de la esposa. Que dale, ahora que están todo vivitos, a ver si para el año que viene falta alguien. Dale mí amor. Dale. Bueno, ahí tenés tu quinta y tu fiesta y a la mierda. Yo sé adaptarme y la paso siempre bien igual. Al único que trataría de evitar es a Jorge que desde que se separó se hace el re padre. No por él, sino por el pendejo que tiene de hijo. Típico mal criado. Pero mal, mal. Rompe todo con la pelota. Porque es fanático del fútbol y como Jorge ahora es el re padre le compra botines, pelotas, camisetas, más pelotas. No tiene cuatro años el nene todavía. Llegan los invitados. Bebidas. Fuego. Asado. Mucho de todo. Qué buena la quinta, me dicen. Sí, es hermosa, estoy hablando para comprarla, miento. Yo voy haciendo de anfitrión de un lado a otro. Me hago el apurado así aguanto a cada personaje solo el tiempo que se merece. Ya lo calé a Jorge que anda boyando de un lugar a otro. Es el único que vino solo, quiero decir sin mujer. No quiero que se me pegue. Pero después de una hora lo tengo como un perro ladero. Mostrame un poco más la casa, vamos a recorrer el parque, me dice. De mala gana, arrastrado por la pena me dejo llevar. Intuyo que me quiere hacer alguna confesión relacionada a su situación marital. Estos son los rosales le digo. Estos los juegos para los chicos. Él viene atrás sin mirar mucho, esperando a que me calle para entrar en acción. Esta es la pileta, le digo, advirtiendo que un nene muy pequeño flota boca abajo sobre el agua. Botines naranja. La camiseta del Real inmaculada. La pelota casi tocando el otro borde. La pileta mejor no, digo, dando media vuelta, está llena de hojas. Jorge imita mis movimientos. Paro al mozo y le saco dos copas. Tomate una, te va a hacer bien. A tu salud “papá”, le digo, y le guiño un ojo.






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