Era él como en persona, y ahí se lo veía en todo su esplendor, vestido con traje negro, pañuelito blanco al cuello y su sonrisa de mil dientes, seductora e incomparable.
El escritor argentino Roberto Alifano nos adelanta un cuento de su próximo libro.
Hoy Canta Carlos Gardel: ¡Cáa-ra-jo con las cosas de este mundo moderno y desconcertante! Primero la invitación se difundió a través de las redes sociales y, como es previsible, se extendió de inmediato como un reguero de pólvora; luego se fue suavizando con la volatilidad de una bandada de golondrinas de cielo lejano. Y de un modo menos compulsivo que eficaz, se proyectó en luminosos y amables carteles que flotaron en el cielo con imágenes de sus famosas películas. Simultáneamente, la voz espesa de un altoparlante, con el fondo musical de Melodía de arrabal, empezó a propalar la convocatoria. “Los esperamos a todos. Nadie puede faltar. Hoy se presenta en el barrio nuestro Zorzal Criollo. Están todos invitados”.
“Fue así, pibe, tal como te cuento. Era como en un sueño; pero no era un sueño. ¿Qué va ser un sueño? ¿Cómo se te ocurre, che? Lo que sucede es que el mundo cibernético está por encima de cualquier ensoñación o realidad real, y hay que aceptar las cosas tal como son; así es el mundo moderno que vivimos. Se trata de otra aplicación más que probablemente se agregó a esta prodigiosa invención que nos ha cambiado la vida. Por otro lado, esto se debe a que hay cada loco suelto navegando por el mundo virtual, que ni te cuento. ¡Mirá que montar un espectáculo en el medio de la nada, en el campito del barrio donde nosotros jugábamos a la pelota y tener tanto éxito! ¿A quién se le puede ocurrir, tan solo a un rayado? Pero a alguien se le ocurrió y fue así de maravilloso, como te la cuento, te lo juro. El revuelo era tan grande, que yo, como testigo presencial, te lo trato de describir tal cual pasó, y se me llenan los ojos de lágrimas, che. No puedo evitarlo. Ver a Carlitos Gardel ahí nomás, adelante tuyo, al alcance tu mano. Sí parece cosa de brujería, mi viejo.”
“Algo fabuloso, rotundo, digno de verse. Conmocionó a todo el barrio. Y sí, che, las cosas increíble pueden suceder de la manera más simple, o qué se yo… Empezaron a sonar unas trompetas y de golpe y porrazo la gente empezó a salir de sus casas en manadas para agolparse alegres a presenciar el espectáculo. Voy al hecho concreto. El asunto se dio en el predio que está frente de casa y que nosotros todavía usamos como potrero. Ahí mismo, sí. De pronto apareció proyectado un gran escenario, iluminado con grandes reflectores, con butacas al frente como en un cine. Todos se acomodaron como pudieron y esa voz inconfundible rompió el silencio.”
“Era él como en persona, y ahí se lo veía en todo su esplendor, vestido con traje negro, pañuelito blanco al cuello y su sonrisa de mil dientes, seductora e incomparable. Sí, mi viejo, querido, era el ‘Morocho del Abasto’, el gran Carlitos Gardel y sus escobas (me refiero a las guitarras que diestramente tañidas lo acompañaban sonoras). Y desde allí, desde el escenario empezó a entonar “El día que me quieras.”
Acaricia mi sueño
El suave murmullo de tu suspirar
Como ríe la vida
Si tus ojos negros me quieren mirar
Y si es mío el amparo
De tu risa leve
Que es como un cantar
Ella quieta mi herida
Todo, todo se olvida
El día que me quieras
La rosa que engalana
Se vestirá de fiesta
Con su mejor color
Y al viento las campanas
Dirán que ya eres mía
Y locas las fontanas
Se contaran su amor…
“Se nos rompió el corazón de emoción y de alegría… Los presentes, que habían colmado todos los espacios se derretían de placer y acompañaban la melodía de la mágica voz con sus propios labios, entrecerrando los ojos. Y algunos llorando a moco tendido. Era tan fabuloso el espectáculo, que entre aplausos y gritos, la gente estallaba de felicidad. Algo nunca visto, che. Esa voz y esa pinta nos derretían a todos.”
“¡Cosa de locos, pibe! ¿Cómo seguir contándotelo, mirá lo que puede el mundo cibernético? ¿Sabés a quién se le ocurrió la idea? Al “Gordo” Levy, el locutor de la radio del barrio, animador de todos los bailes de la zona. No sé cómo lo hizo, es un misterio todavía. Una aparición genial y fabulosa la del Carlitos virtual, que quizá se repita en todos lados. Ni que decir que lo sacamos en andas y él chocho, a sus anchas, sonriendo con su sonrisa de mil dientes todo el tiempo, y agradeciendo nuestras bien justificadas exageraciones. Mirá que tiene paciencia el ídolo. Ves, nene, este jazmín que tengo en la mano, es de uno de los ramos con que lo colmaron las chicas.”
“Y sí, el ‘Morocho’, ya lo sabemos, con su pinta carismática la sigue rompiendo, quién lo discute. Mirá que han pasado años. Y está vivo… Son macanas que se nos murió en un accidente de avión en Medellín. Todos grupos, che. El Gardel de siempre sigue cantando como los dioses. Y ahora mejor que nunca. Sino que lo digan los vecinos del rioba.”
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