"Las historias suelen ser en su mayoría parecidas, no así la forma de contarlas"
Mucho se discute en el arte de la novela si es más importante el argumento o la trama. La realidad demuestra que a veces una salva a la otra y viceversa. Es decir, no hay fórmula mágica. Pero quizá sea más habitual que la trama salve al argumento. Las historias suelen ser en su mayoría parecidas, no así la forma de contarlas. En una novela de amor, por ejemplo, siempre habrá un problema entre los amantes, infidelidad, celos, resquemores, desavenencias sociales, etc. Lo que diferencia a una de otra es la forma de armar la historia.
Acabo de ver una vieja película en Youtube que lleva por título en español El precio del destino, donde en mi opinión el argumento supera por lejos a la trama. Se trata de la vida de un oficial nazi de alto rango, el coronel Von Schoeder, quien ante la inminencia de la caída de Alemania, se hará cambiar el rostro por un cirujano plástico del Tercer Reich para darse por muerto de tifus en el mismo campo de concentración a su mando, transformándose luego en un judío prisionero del recinto carcelario: Benjamín Grosmann. El coronel Schoeder suponía que los judíos prisioneros de aquel campo serían enviados con posterioridad a otro similar en Francia, donde planeaba recuperar pronto la libertad, pero en vista de la derrota que viene sufriendo el ejército alemán en todos los frentes, el convoy es desviado a Belsen. Allí, en el campo de concentración, padecerá el maltrato y vejación de sus excompañeros de armas que por supuesto no lo reconocen y lo tratan como a un judío más, pero Grosmann sobrevivirá hasta la llegada de las fuerzas aliadas, gracias a su coraje y a los lazos de amistad con un par de prisioneros que luego será determinante. A partir de ahí el destino lo transformará en un destacado soldado del ejército israelí hasta la instauración del nuevo estado de Israel. En el intertanto, vivirá una profunda historia de amor. Se casará con una mujer judía y tendrán un hijo que veinticinco años después descubrirá su verdadera identidad, justo cuando Odessa, la organización nazi creada para proteger a los jerarcas nazis esparcidos por el mundo, pondrá su vida en jaque mate. La historia es redonda, convincente y verosímil. Nudos que se atan y desatan como perfectamente posibles.
La urdimbre de la historia es en consecuencia convincente y verosímil, dada las atrocidades llevadas a cabo por los nazis se puede llegar a creer cualquier cosa. Y en este caso, poco importa cómo está contada, porque el argumento en sí mismo pareciera ser a tal extremo potente, que no requiere de mayor entramado para interesar al espectador, salvo la historia misma. Aunque, por cierto, en términos estrictos, no sean tan así.
Esto del argumento y de la trama es una vieja discusión semejante a eso de: ¿qué fue primero, el huevo o la gallina? Cuesta entenderlo, porque lo uno es causa de lo otro y viceversa. Existe una relación de interdependencia extrema entre ambos aspectos constituyentes que sólo el artista es capaz de comprender y desmontar para armar su propia obra. Mientras más luego consigue entenderlo, más cerca estará de escribir una obra maestra. Pero no será fácil. Ahí descansa, posiblemente, el mayor secreto del arte.
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