"Hemos descubierto la fragilidad de la vida frente a la implacable muerte. Nos hemos descubierto vulnerables como ayer y siempre, expuestos a los caprichos del destino inexorable".
Por Miguel de Loyola
El covid-19 ha infestado las cosas y la conciencia, lo material y lo inmaterial, poniendo el mundo patas arriba. ¿Qué se puede esperar de aquí en adelante? Parece ser la pregunta que recorre el mundo. Los más esperan el regreso a la normalidad, a su mundo habitual. Pero es evidente que no será fácil recuperar esa normalidad a la que cada cual estaba acostumbrado. Hay que pensar en otra a partir de esta experiencia dolorosa, llena de represiones físicas y psicológicas. La experiencia del encierro debiera llevarnos a valorar más la libertad de salir a la calle. La experiencia del virus debiera llevarnos a valorar mejor la salud y sus cuidados. La experiencia de la escasez debiera llevarnos a la conciencia de lo superfluo. La experiencia de la soledad debiera llevarnos a estimar la importancia del otro, a la necesidad de compartir en sociedad de manera armónica.
Sin embargo, la pandemia ha alterado el orden habitual del mundo de manera tan violenta, que todavía estamos absortos, paralizados, impedidos de poder reflexionar y reaccionar de manera correcta. La enfermedad es un proceso que no termina de un día para otro, requiere del largo período de convalecencia. No podemos exigir a otros lo que no podemos llevar adelante nosotros mismos. El camino de la recuperación será lento, porque los estragos de la pandemia han sido cuantiosos, ha penetrado al interior de los hogares, interviniendo y destrozando en muchos casos su intimidad.
Hemos descubierto nuevamente nuestra fragilidad a pesar de los miles de avances tecnológicos que enorgullecen a la especie. Hemos descubierto la fragilidad de la vida frente a la implacable muerte. Nos hemos descubierto vulnerables como ayer y siempre, expuestos a los caprichos del destino inexorable. ¿Por qué a este y no a aquel lo atacó el virus? ¿Por qué este tuvo mejor fortuna en su vida que este otro? ¿ Por qué yo y no tu? ¿Por qué tu y no yo? Son preguntas que nos rondan desde el principio del universo y que la pandemia universal ha vuelto a poner sobre la mesa como insolubles, como el misterio mayor de la existencia, inabordables desde cualquier ideología, a pesar de sus ambiciosos intentos.
Santiago de Chile – Agosto del 2020
Comments