
Las redes sociales nos bombardean con tanta información que nos hacen cuestionar todas nuestras decisiones, transformándonos en mamás inseguras
Por @deunamamareal
Hoy, quiero hablar de lo que para mí es un territorio un tanto peligroso: la locura de la comparación entre las madres en la era de las redes sociales; y qué impacto tienen en nuestro rol.
La verdad es que siempre me consideré una persona adicta a las redes, desde que salió el FOTOLOG (y aquí me estoy tirando unas cuantas sotas encima, sobre todo, con este último comentario) que me gustaba mostrarme a mí, y todo lo que me rodeaba. Podría decirse, sí, que soy algo así como “una influencer de oficio”; así que, con el paso de los años, fui creándome tantas cuentas cómo plataformas sociales existieran. Probé muchas cosas en las redes, desde subir fotos, cantar, hacer stand up, hacer éstos “playbacks” graciosos… y de repente me encontré mostrando mi día a día como mamá de Donato.
Soy ansiosa, diagnosticada como tal, y nada me dio tanta ansiedad como ser madre y proyectar; así que además de mostrarme a mí en ese rol, entraba en las redes constantemente para buscar información, recetas, juegos para intentar ser – constantemente- LA mejor.
Aun así, siempre siento que se me escapa la tortuga, que no puedo, que no llego. Que el resto es mejor mamá que yo, porque a veces me canso, a veces no tengo ganas, no estoy de humor, o porque simplemente un juego de cartón hecho por mis manos no me queda como a “ellas”.
¿Sintieron alguna vez que son las únicas madres del planeta que no hacen decoración en el plato con paltas y frutillas y conejitos de huevo para que sus hijos tengan una vida súper saludable? ¿Sintieron que son las únicas mamás que no hace diferentes manualidades para que sus hijos estén “mejor” estimulados? Seguro que también sintieron la necesidad de “salvarse” unos 15’ con las famosas pantallas, pero no quieren hacerlo porque el resto de las mamás no lo hacen y, entonces, “son mejores” …
La verdad es que, en la actualidad, muchas mamás nos pasamos bastante tiempo viendo en las redes fotos de hijos ajenos comiendo sin problemas un súper plato que imita una carita sonriente hecho con brócoli, zanahoria y coliflor, cuándo mi bebé, por ejemplo, vive prácticamente a base de fideos. También vemos videos de madres dándonos consejos sobre cómo ser una "supermamá" 24/7, sin pantallas, sin gritos, comiendo 100% verduras, sin azúcar, jugando con mucha energía con sus hijos, criándolos en un ambiente sano, con aire puro, y no sé cuánta parva de “perfecciones” más. Las redes sociales nos bombardean con tanta información que nos hacen cuestionar todas nuestras decisiones, transformándonos en mamás inseguras. Y para mí, eso es muy peligroso.
Incluso caemos en la trampa de la comparación diaria, ya sea en el jardín, con amigos o con aquellos que más queremos. Nos evaluamos como mamás, convirtiéndonos en críticas de la maternidad ajena y, de paso, dándonos palo a nosotras mismas al catalogarnos como "buenas" o "malas" madres, en función del comportamiento de nuestros hijos con los otros. Y ojalá fuera solo eso: nos sentimos aliviadas porque nuestros peques hablan y el otro aún no, o nos cuestionamos qué estamos haciendo mal cuando el nuestro sigue con pañales mientras el otro ya domina la pelela. ¿Acaso estamos haciendo algo mal?... ¡¡Qué pregunta que se ha convertido en parte de nuestra rutina diaria!!
Me pregunto si en la época de nuestras abuelas o mamás se comparaban de la misma manera en que lo hacemos nosotras hoy. Más allá de esas frases típicas como: "¡Mira esa nena cómo se porta! ¿Por qué no te comportas así vos?" o "¡Ella come verdura, mira qué buenita es!"; me pregunto si esas expresiones eran solo para corregir ciertos comportamientos nuestros o si, en el fondo, realmente se cuestionaban si estaban "haciendo algo mal" y por eso uno es como es. ¿Realmente se fijaban si el hijo de la vecina caminó antes que alguna de nosotras? ¿Tenían tiempo o forma de hacerlo? Pienso que estaban tan encerradas en sus casas con sus hijos sin permitírseles hacer nada más, que muy posiblemente, solo maternaban sin siquiera tener más información que la biológica o lo que sea que hayan vivido y, por ende, copiarlas en sus roles. ¿Es eso mejor o peor que lo que las mamás vivimos en la actualidad?
No quiero comparar épocas o maternidades con el paso de los años; e independientemente de la dificultad de ser madre en cualquier siglo, hoy siento que estamos un tanto más expuestas que en años anteriores; pero a la vez con bastante más conciencia para saber qué de todo lo que pasamos es trasladable a nuestros hijos, o no. Pero ¿estamos suficientemente preparadas para saber qué de todo lo que vemos en las redes, o en otras maternidades realmente es bueno o no de copiar?
Hace unas semanas atrás tuve una charla con una conocida que es Terapeuta Ocupacional con especialización en estimulación temprana, y hablábamos de la cantidad de mamás que llegan a su consultorio porque su hijo no camina cuándo el resto sí, pensando en que el niño tiene alguna dificultad o incluso algún síndrome porque “ya debería estar gateando como el resto de los chicos de su edad” como si la infancia fuera matemática. También me remarcó la importancia de reconocer la diferencia entre estimular o sobre estimular a nuestros niños, reconociendo a la segunda como incorrecta y hasta peligrosa, y -honestamente- eso me pasó mucho con Donatito. Copiar juegos que he visto en las redes y luego, no poder manejar la frustración de él por no poder realizarlo. O quizá a algo más básico (y fácil) como comprar un juguete de +3 cuándo sólo tiene 1 año y medio.
En mi caso, por momentos, me es muy difícil concentrarme en mi maternidad porque todo aquello que vi en redes sobre cómo maternar de manera perfecta me frustra; y es que no llego ni a ser la mitad de todo aquello que veo, o incluso, no llego a ser la mitad de cómo me proyecté como madre. Como si todos los bebés fueran muñecos de manual e iguales, fáciles de moldear.
Con el pasar de los meses, acepté que la maternidad es un viaje de supervivencia; algo único. La comparación constante puede hacernos sentir que nunca estamos a la altura y hasta desconectar de nuestro rol real. Y la verdad, es que no hay un manual de maternidad perfecta, cada familia es única, y no para todos funciona lo mismo. Nadie conoce mejor a tu hijo que vos y tu pareja.
No se trata de ser la mejor madre del mundo, sino de ser la mejor madre para nuestros propios hijos; porque al fin de cuentas, el like más importante de todos, es el de ellos ¿No creen?
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